20 de noviembre 2021
La vida no vale nada. En un país que asiste con indignación a un cotidiano de violencia e inseguridad que no da tregua, la ejecución de Lucas González echa nafta sobre el fuego.
El desamparo es grande. Integrantes de las fuerzas de seguridad, que deben cuidar nuestra integridad, son delincuentes. En un barrio humilde, donde el Estado se retira para dar lugar a la ley del más fuerte, los que portan la fuerza pública, la Policía, comete abusos cotidianos.