Buenas tardes. Quiero agradecer el honor de haber sido invitado a un encuentro de esta trascendencia, en particular a Monseñor Marcelo Sanchez Orlando y a mi amigo Gustavo Vera, con quien tenemos muchos años de trabajo en común combatiendo las cuestiones indignas que son objeto de estas dos jornadas de encuentro.
Juntar a representantes de la Justicia de tantos lugares del mundo y a tanta gente involucrada en estas temáticas es parte del milagro que está generando el Papa Francisco: una revolución espiritual, una revolución moral y una revolución de las conductas humanas; y esto es una esperanza tremenda que nos genera a todos los que luchamos por un mundo más justo.
Para pensar esa temática uno tiene que partir de una reflexión ¿por qué pasa esto que pasa? ¿Por qué ‘La Trata? Trata de personas hubo siempre, esclavitud hubo siempre. Pero ¿Por qué mientras el mundo avanza en tantas cosas como la ciencia y la comunicación, estos males del mundo, en vez de retroceder crecen o son cada vez más graves?
De la encíclica, de lo que ya hizo una síntesis Gustavo, hay que manjar tres conceptos que el Papa Francisco define como el resultado de esto que nos pasa: el paradigma tecnocrático, la adoración humana del poder sin límite, y lo que Francisco llama 'el relativismo práctico'. Es decir, que la gente piensa solamente en su interés personal, abusado por los medios de comunicación. Como toda una cultura que lleva esto.
La consecuencia de esto es lo que vivimos. No sólo la parte mala del asunto: la corrupción, la trata, el trabajo forzoso y el narcotráfico sino la concentración económica.
La concentración económica es un mal también, genera esto porque todos los que hablaron dijeron que precisamente ‘estos males se nutren de los sectores más desposeídos de la tierra’, que son las víctimas de esa concentración económica. Me da la sensación de que Francisco hace una revolución cuando acierta con el plateo de que hay que cambiar de paradigma; y esto es un pensamiento que va creciendo en otros lugares, y a la vez es una prueba de la salud de la humanidad.
El cambio de paradigma va a cambiar muchas cosas del derecho, de la vida, y de toda esa concepción de que 'el hombre domina la naturaleza' -ese apotema cartesiano que marcó casi 300 años de la vida de la humanidad- por otro que plantea que el hombre es parte de la naturaleza. Francisco dice 'no somos los dueños de la tierra, del universo, somos administradores de la casa común' y esto me parece que es fundamental para profundizar. Sino, no vamos a poder combatir todo esto con lo que nos comprometemos en este encuentro.
Hay aspectos positivos que tienen un pro y un contra: muchos han dicho, y con razón, el dato positivo que esto es ‘la preocupación de las Naciones Unidas’ citado en la agenda 2030 para un Desarrollo Sostenible, en la cual se plantean ésta y muchas otras cuestiones que hacen a la necesidad de pensar cómo tenemos que concebir el mundo y la organización social y política de los Estados para poder trascender y derrotar a nuestros males. O también la Organización Internacional del Trabajo, donde se está discutiendo el tema de los trabajadores emigrantes, que son por millones y es un tema que no empezó hoy, cuando nos escandalizamos por la situación de los refugiados que huyen de la guerra de Medio Oriente pero el flujo de emigrantes es muchísimo más grave. Vienen de todos los lugares más pobres de la tierra y son migraciones por el hambre. Esto demuestra lo que decía antes del dolor de la concentración económica y de los problemas que genera, porque está claro que son los emigrantes buena parte de la carne de cañón que generan estas temáticas que estamos tratando hoy día.
Pero, fíjense qué paradoja: en el 2014 la OIT aprobó un protocolo sobre el trabajo forzoso al convenio 29 que ya perdió actualidad y al 105 que lo complementó más adelante, que ya perdió actualidad frente a estas nuevas formas de trabajo forzoso. Al ser ratificado un convenio no soluciona los problemas de la humanidad pero les da una respuesta muy importante. Y sin embargo, ya pasaron dos años y sólo lo ratificaron cinco países. Puedo decir con alegría que, gracias al trabajo que en el 2014 venimos haciendo desde la Secretaría de Derechos Humanos de la CGT, en el día de anteayer el Senado de la Nación le dio sanción, que ya tenía media hace 15 días, a la ratificación de este Protocolo. Así que la Argentina es el sexto país firmante. Pero estos países que firmaron la agenda 2030, preocupados por el trabajo forzoso ¿por qué no ratifican este protocolo que es una herramienta más donde demuestran su compromiso para avanzar en el combate? Vimos las leyes del Reino Unido, vimos todo lo que ha hecho y esa es la consecuencia de que Gran Bretaña ratificó es protocolo. No se puede hacer una cosa por un lado y otra por el otro. En este trabajo, en este cambio de paradigma hacia la globalización de la solidaridad, tenemos que decir que hay muchas cosas para hacer. En nuestro país venimos trabajando firme desde hace tres años en una campaña sobre el trabajo forzoso en todas sus formas que nos ha costado pero vamos obteniendo, paso a paso y tal vez no con la rapidez que queremos, la solidaridad de la justicia, su involucramiento en la persecución y el castigo de los culpables. Pero tenemos que cambiar algunos paradigmas, hablamos de crimen organizado y no nos podemos quedar en el análisis del hecho ilícito particular. Habrá que cambiar las leyes, habrá que llevar acuerdos multilaterales, tenemos que tratar de avanzar persistentemente en ir hacia las mafias, ir hacia el crimen organizado que muchas veces se enlaza con empresas lícitas o negocios, bancos o entidades financieras lícitas pero que generan una red en la cual nosotros matamos al gusano o al germen pero no vencemos la infección que genera una septicemia.
Un desafío grande es ir a una colaboración de los países. Si asumimos que estos son temas tremendamente importantes para la humanidad, las cosas cambiarían. Yo no puedo entender cómo los países entregan su jurisdicción frente a imposiciones de convenios comerciales y no pueden hacerlo para combatir delitos que son definitivamente de lesa humanidad y que así tendrían que ser considerados por la comunidad internacional.
Se habló de capacitación, se habló de muchísimas cosas: del rol de los jueces y de fiscales, pero yo me detengo en la defensa pública. Su rol hay que ampliarlo a las víctimas, no solo durante el proceso sino para garantizar la reparación económica por parte de los responsables de ese calvario que les ha tocado vivir. Hay que reformular muchas situaciones para llegar al objetivo que tenemos.
En esto la justicia no puede actuar sola. Hablábamos de muchos países con cifras de casos de sentencias, y por otro lado se habla de las cifras globales de los sometidos a esta situación indigna: la esclavitud en sus distintas formas. Si sumamos los casos que tuvieron resolución al número anterior ésto nos tiene que dar vergüenza. Entonces, tenemos que hacer nacional e internacionalmente estadísticas reales de cuál es la magnitud en cada uno de los países de esta cuestión para saber si la tarea que hacemos desde el ámbito de la justicia y de todos los demás ámbitos es trascendente o solamente termina siendo un ‘gatopardismo’ porque cambiamos algo para que no cambie su esencia.
La OIT plantea planes nacionales de lucha contra el Trabajo Forzoso. En Argentina ya empezamos, lo planteamos en el Consejo del Salario, un organismo tripartito donde están los empresarios a quienes, más allá de las declamaciones de responsabilidad social que nunca se concretan, hemos convocado. Y al Gobierno también, a todos, para que integren y empiecen a delinear ese plan nacional. Están los sindicatos, están las ONG que trabajan y que deberían conjugarse, y no ser solo expresiones aisladas o por separado que pierden la magnitud del impacto. Esto lo puede hacer un plan nacional y es responsabilidad del Estado alcanzarlo.
Nosotros empezamos con una convocatoria a las universidades e iglesias también, aparte de todos los actores sociales a quienes nombré, porque tiene que ser un compromiso de toda la comunidad. La única forma de potenciar esto es con participación, que la globalización de la solidaridad empiece en cada barrio, municipio, ciudad, provincia, Estado y región para llegar así al conjunto del mundo.
Tenemos que pensar que con la concentración económica, a medida que la economía se concentra más en menos manos, crece en términos mucho más exponenciales la miseria, caldo de cultivo de todos estos dramas.
'La Paz es el fruto de la Justicia'."